9 de septiembre de 2012

La faringoamigdalitis aguda en los niños

Ayer la guardia en el servicio de urgencias giró en torno a tres pilares: las gastroenteritis, los golpes y las faringoamigdalitis.
Ya había tratado la gastroenteriritis aguda en un post anterior. Los traumatismos no tienen mucha chicha, sobre todo desde el punto de vista pediátrico, así que hoy voy a tomar un tema algo controvertido desde el punto de vista del tratamiento: las faringoamigdalitis.


¿Qué es la faringoamigdalitis?
Se trata de un proceso que cursa con fiebre e inflamación del área de la faringe y amigdalas, pudiendo aparecer enrojecimiento, edema, exudado, úlceras, o vesículas.
Los responsables de este cuadro suelen ser virus o bacterias. En la mayoría de los casos (70-80%) el responsable suele ser un virus, sobre todo cuanto más pequeño sea el niño. Tanto es así que es muy raro o improbable que sea una bacteria el verdadero responsable de una amigdalitis en menores de dos años. De las bacterias que causan amigdalitis, la más frecuente es el estreptococo pyogenes, y es el único caso en el que el tratamiento antibiótico está definitivamente indicado.
La escarlatina (de la que ya hemos hablado en otro post) es una faringoamigdalitis asociada a una erupción característica y es debida a una cepa de streptococcus pyogenes que produce una toxina. En cualquier caso, es lo mismo que una faringoamigdalitis, pero que se acompaña de manifestaciones en la piel.
La faringoamigdalitis es una enfermedad infecciosa y por tanto, adquirida por contagio. Bien a través del aire (tos, estornudos), besos, respiración próxima entre las personas o por contacto directo a través de objetos contaminados por la persona infectada.

¿Cuales son los síntomas?
Es dificil distinguir una faringoamigdalitis bacteriana de una vírica simplemente guiándonos por los síntomas y signos. En cualquier caso hay ciertos datos que nos ayudan a distinguir una causa de otra.
Las faringoamigdalitis víricas suelen tener un inicio paulatino, y aparecen en cualquier momento del año. Pueden cursar con moco nasal, afonía, tos, conjuntivitis, diarrea o vesículas/úlceras en la garganta.
Las faringoamigdalitis bacterianas tienen un inicio más brusco. Son más frecuentes en invierno y primavera. Asocian fiebre más elevada, inflamación de los ganglios regionales, dolor de garganta intenso y petequias en el paladar y úvula.
En cualquier caso la diferenciación no es fácil ya que los síntomas pueden solaparse.


¿Qué complicaciones pueden aparecer?
En las faringoamigdalitis bacterianas pueden aparecer complicaciones locales por extensión a zonas contiguas: otitis media, sinusitis, mastoiditis, absceso periamigdalino o retrofaríngeo... aunque son raras, sobre todo si se ha recibido el tratamiento adecuado. Otras complicaciones más importantes son la fiebre reumática, la glomerulonefritis (afectación del riñón) y artritis reactivas. La fiebre reumática hoy en día es excepcional en países desarrollados.
Es interesante saber que las faringoamigdalitis de origen estreptocócico (bacteriano), al igual que las víricas, tienen una evolución autolimitada y tienen a curar solas. El motivo fundamental por las que se tratan es para evitar estas complicaciones.
Las faringoamigdalitis víricas no se suelen complicar y curar solas en pocos días.

¿Y cómo se trata?
Eso lo veremos en la próxima entrada del blog. Si es que la controversia del tratamiento de las faringoamigdalitis da para mucho!

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